Almacenes Only, es el nombre como se conoce popularmente a las doce (12) tiendas de ropa que funcionan en Bogotá. Este negocio nació en al año de 1954. El fundador, José C. Rodriguez F., llegó desplazado por la violencia que se vivía en el campo, y después de pasos breves por diferentes empleos, logró adquirir a crédito una maquinaria para la fabricación de camisas. Adicionalmente abrió un local comercial en el barrio Chapinero de Bogotá, en el cual vendía parte de lo que producía.
En 1956 se casó con Lilia Moncada R., quién tenía un pequeño taller de confección de vestidos para niñas. Al unir esfuerzos empezaron a crecer lentamente, tanto la fábrica como los puntos de venta. Como consecuencia de varios factores en 1961 decidieron cerrar la fábrica y dedicarse exclusivamente a los almacenes.
Hacia 1969 poseían seis (6) pequeños almacenes en diferentes sectores comerciales. Un pleito judicial en procura de obtener el dominio de una propiedad que habían adquirido trajó como consecuencia la pérdida de cuatro (4) locales de los que tenían. Al final lograron recuperar la propiedad, que era de un tamaño superior a los locales que usualmente manejaban. Por la misma época se vió el florecimiento de las Cajas de Compensación y Cooperativas. Estas nuevas entidades implicaron un cambio total en el panorama de la comercialización. Estaban proyectadas para comercializar con un margen de utilidad igual a sus costos, lo que implicaba en la teoría el fin de los comerciantes.
Ante esta situación, y siguiendo algunas teorías como la del colombiano Bernardo Trujillo, radicado en los Estados Unidos, se decidió replantear la comercialización, teniendo como objetivo el manejo de volumen de muy buenos productos a precios muy bajos. Esta nueva estrategia de mercado llevó a un rápido crecimiento de las ventas, y a partir de ese momento con la capacidad de compra que se fué ganando, permitió un desarrollo firme en un mercado naciente en ese momento.
Existieron grandes dificultades. La negativa de muchas fábricas a permitir que su producto fuera vendido a un precio inferior al sugerido, la publicidad negativa al implicar que si el precio era bajo se debía a un producto defectuoso o de mala calidad fueron elementos difíciles de combatir. Estos y muchos otros obstáculos se presentaron, pero la imagen ante el consumidor de que el producto que estaban adquiriendo era a muy buen precio y de muy buena calidad, hicieron que se fuera estableciendo una clientela de los segmentos de clase media y media-baja muy apreciable.
El presupuesto de publicidad fué mínimo y es mínimo en la actualidad. Como política se prefiere dar mercancía a muy bajo precio e inclusive por debajo del precio de costo como publicidad efectiva para el comprador.